Tengo que reconocer que este tipo de películas me encantan. Bajo presupuesto, en plan cutre, con historias sencillas, con buenas estrategias de marketing, y si además el resultado final es más que notable, pues mejor.

Pero vamos al grano. No es tan terrorífica como la pintaban, ni mucho menos. Lo que sí hay es una tensión creciente, a lo largo de prácticamente todo el film, que va ganando en intensidad y en frecuencia de las secuencias emocionantes.
La película en su integridad está compuesta por las grabaciones que de modo amateur realiza una pareja sobre los ruidos y presencias extrañas que campan por su casa. Tenía miedo de que al estar grabada así pudiera incluso marear, pero han buscado un equilibrio perfecto entre aficionado y profesional.
En mi opinión este film supera con creces al de la Bruja de Blair, mucho menos emocionante. La carga emocional en esta ocasión es creciente, llegando a su punto más álgido en la escena final.
En definitiva, las buenas películas se deben sustentar en buenas ideas. Y esta lo es. Por eso mi puntuación es de un 8.
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