Un psicólogo decide ayudar a su mujer a superar la muerte accidental de su hijo, llevándola a una cabaña perdida en medio de un bosque, el lugar donde ella pasó el último verano con su pequeño. La terapia no parece funcionar y ella comienza a comportarse de modo extraño. La naturaleza también.

Nos encontramos ante una película de las que se te quedan grabadas en la retina durante mucho tiempo, infravalorada por el toque transgresor de su director, que una vez más vuelve a salirse literalmente. Y se sale porque lo visto hasta ahora difícilmente puede compararse con esta producción cinematográfica. Probablemente estamos ante la obra de un genio, loco, muy loco, pero extremadamente inteligente. Dicen que realizó esta producción tras atravesar una grave depresión. Me lo creo. Lo cierto es que este es un film no apto para sensibles, muy crudo, tanto en la forma (con apenas tres personajes humanos, en donde sólo interactúan dos) como en el fondo. El director entra de lleno y a saco en sus obsesiones personales (religión, sexo, mujer, muerte, etc).
Vayamos por partes. La cinta comienza con una secuencia memorable, en blanco y negro, a cámara lenta y con un aria de Handel de fondo, en donde asistimos a la tragedia que marcará el rumbo de los protagonistas. Plásticamente perfecto.
El resto de la película se divide en capítulos (Tristeza, Angustia, Dolor), en donde Lars von Trier nos plantea todo un thriller psicológico, o más bien, yo diría psiquiátrico. Analiza el dolor, el miedo y la locura, y las refleja en los protagonistas.
La simbología abunda en el film. Edén, los tres mendigos, el infierno, la naturaleza y finalmente el Anticristo. Aquí me quiero detener brevemente. Antichrist tiene una lectura religiosa. Adán y Eva vivían en perfecta armonía en el jardín del Edén, pero ella toma una grave decisión, el fruto prohibido. Ella es la culpable, la débil… y por su culpa, son expulsados del Paraíso. La mujer lleva en sí la culpa del pecado original al comer del fruto prohibido, simbolizado en el filme por la lluvia de frutos de roble que chocan ruidosamente contra el techo del chalet.
El título nos da muchas pistas: Anticristo. Opuesto a Cristo. Y así se nos presenta la encarnación suprema del mal. Anticristo también son todas aquellas personas que fueron acusadas de tener creencias distintas a las del cristianismo y bajo ésta teoría en el siglo XVI fueron asesinadas centenares de mujeres acusadas injustamente de brujería, ‘Gynocide’. La mujer, en este film es el eje del mal, no tiene piedad, incluso es culpable del infanticidio, es el mal en estado puro. El film huele así, a misoginia, la mujer retratada nos produce aversión y odio.
Siguiendo con la simbología religiosa, aparecen en cada capítulo del film, tres iconos mitológicos importantes; el Ciervo, el Zorro y el Cuervo, "los tres mendigos". Los tres animales son portadores de los tres estados de ánimo sucesivos en un proceso de duelo por la pérdida: tristeza, dolor y desesperación; y como no, son hembras que nos muestran la muerte y la oscuridad. El Ciervo simboliza el alma de Dios, es el origen de la tragedia-conflicto, es también la representación del árbol de la vida y aquí, nos muestra una cierva que corre con la matriz y un feto colgando. Es el recordatorio de la muerte de un hijo; el Cuervo, aparece moribundo pues es el símbolo de mortalidad y de profecía funesta y el Hombre (Dafoe) intenta matarlo; y por último, el Zorro simboliza el diablo, la astucia y el engaño. Von Trier nos lo muestra de una forma casi cómica, un zorro en un momento clave sobre una música chirriante, advierte (con voz de Von Trier) que la calma aparente no es real, esto es el "reino del caos". Un Dafoe totalmente consternado por su visión. Pero, el Zorro tiene la razón, a partir de ese instante se inicia el caos en el film y nos traslada a un final, espeluznante, repugnante y totalmente, torturador y asqueroso.
Las interpretaciones de Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg creo que rayan la perfección (la francesa recibió su premio en el Festival de Cannes). Un gran acierto contar también con el actor estadounidense. Sus facciones en el rostro le dan un plus para películas como esta.
La película te crea una sensación de incomodidad permanente, en donde no sabes qué va a pasar en la secuencia siguiente, y con la atmósfera que el director recrea, cada vez más agobiante y claustrofóbica.
Una puntuación genial para un film genial. Un 9,6.